La chica del tren es un thriller de misterio del cual escuché muchas opiniones mezcladas: gente que lo había amado y gente que lo odiaba. Así que, cuando lo vi en la librería, decidí darle una oportunidad, a pesar de todo ya que las novelas de misterio son mi debilidad.
Paula Hawkins nos presenta un entorno que gira todo el tiempo alrededor de los mismos cinco personajes principales, mientras tres de ellos narran la historia por turnos, dejándonos con una cantidad de información (muchas veces verdadera y otras no tanto) que puede llegar a confundirnos y en cierto punto de la historia sospechar de todo el mundo.
La chica del tren es Rachel, una mujer divorciada a quién su marido engañó. Alcohólica, desempleada y que toma todos los días el mismo tren para que su compañera de habitación crea que va a trabajar.
Ese tren se detiene justo frente a la casa que solía compartir con su ex marido y para no tener que verla Rachel mira hacía otra casa, cerca de la que era suya y se dedica a observar a la pareja que vive allí. Les pone nombre y los idealiza, proyectando en ellos su relación amorosa frustrada. El problema surge cuando la mujer de dicha pareja desaparece y quizá Rachel sea quien pueda aportar datos específicos que ayuden a encontrarla. El único inconveniente es que Rachel pasa más tiempo borracha que sobria y sus recuerdos no son confiables.
Así empiezan los esfuerzos de Rachel por lograr que la crean y se involucra con los restos de lo que queda de ese matrimonio que quizá nunca fue tan ideal cómo ella pensaba.
Paula Hawkins es una buena narradora y el final me resultó inesperado, pero tengo que decir que al principio la trama es lenta y algo aburrida. Comienza a tomar forma y a atrapar al lector hacia la mitad del libro, pero cuando lo hace creo que es una lectura a la que merece dedicarle tiempo, al menos ahora en verano.
Rocío Dieguez
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