La lección de August es una joya de la literatura que tuvo mucho éxito hace un tiempo y que, como no, yo he tardado milenios en leer. August (o Auggie) no es como el resto de niños, puesto que nació con una malformación en la cara gracias a un combo de enfermedades hereditarias. Ha pasado toda su vida sin ir al colegio a causa de sus numerosas operaciones, sin embargo parece que pasará un tiempo hasta que August tenga que pasar por quirófano de nuevo y sus padres aprovechan la oportunidad para inscribirlo en un colegio.
La historia está narrada desde diferentes puntos de vista: esto sirve para que podamos conocer a fondo los pensamientos de cada uno de los personajes, comprender el porqué de sus acciones y abarcar una diversidad de temas impresionante. Algunos ejemplos serían la marginación, la presión social, la superficialidad o la honestidad. Recomiendo ir haciendo pausas, no necesariamente muy continuadas, para ir reflexionando sobre lo que se lee.
A diferencia de lo que estamos acostumbrados, los personajes actúan según su edad y sus experiencias personales. No nos encontraremos con actitudes propias de un adulto o una consciencia madura en un niño de 10 años. Sin duda R.J. Palacio ha creado una serie de personajes que rozan la realidad a cada palabra.
Es un libro con un vocabulario sencillo, de capítulos cortos y adictivos. Que sea tan adictivo a ratos roza lo desesperante, pues estás en una lucha constante donde debes decidir si continuar leyendo o cerrar el libro para meditar tranquilamente sobre lo que acabas de leer.
La lección de August es uno de esos libros que no importa la edad que tengas, disfrutarás sí o sí. A menos que seas una de esas personas que odian pensar, entonces huye de este libro como si te persiguiera el diablo.
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